Un grupo de prisioneros marcha desde Dachau hacia el interior del Reich.
Esta manta expuesta actualmente en la exposición Auschwitz, en Centro de Exposiciones Arte Canal de Madrid, perteneció a un sastre austriaco, Siegfried Fedrid, que había nacido sordo, al igual que sus padres.
Cuando se evacuó Auschwitz, Siegfried fue uno de los 60.000 prisioneros obligados a andar hacia Alemania en condiciones meteorológicas atroces. Cogió esta manta en los instantes previos a su salida del campo por última vez. Como todos los prisioneros, estaba débil, cansado y tenía frío; lo lógico habría sido envolverse bien con la manta, pero Siegfried no hizo lo que era lógico. Optó por compartirla con otros prisioneros para ayudarles a sobrevivir los helados días y las gélidas noches de la marcha de la muerte.
Después de la guerra, cuando ya no quedaba ningún miembro de su familia en Viena, emigró a Nueva York donde conocería y se casaría con Doris Rosentrauch, otra superviviente del Holocausto que también era sorda.