Historia de Auschwitz - El trabajo forzado de los prisioneros en el campo

El trabajo forzado

El trabajo forzado Los prisioneros, mano de obra barata al servicio del Tercer Reich

Aunque la entrada de Auschwitz recogía en su portón la famosa inscripción “Arbeit macht frei” (el trabajo libera), esto no fue más que una macabra metáfora empleada por los nazis.

Y es que el trabajo impuesto a los presos tenía un claro objetivo: el exterminio de judíos, polacos, romances, prisioneros de guerra soviéticos y otros grupos de personas consideradas como enemigas del Reich.

Látigo (década de 1940). Los kapos —y especialmente los alemanes— tenían permiso para tratar con autoridad a a los prisioneros polacos: podían golpearlos, azotarlos, estrangularlos e incluso matarlos. Colección del Museo Estatal de Auschwitz-Birkenau. © Musealia

Los internos y las internas de Auschwitz eran obligados a trabajar a un ritmo frenético durante jornadas de más de 11 horas, sin apenas descanso ni la ayuda de herramientas.

Estos llevaban a cabo tareas de muy diferente índole, como la carga de materiales pesados, la explotación minera, la producción de químicos, armas y combustible o la construcción de infraestructuras. Otros de los trabajos forzados más habituales en el campo eran la clasificación de las pertenencias saqueadas a los prisioneros o la quema de cadáveres en los crematorios.

Fábrica en Auschwitz

Prisioneros construyendo la fábrica Krupp en Auschwitz. 1921-1943. Otras compañías como IG Farben, IBM o Siemens también se valieron de la esclavitud en el campo. Cortesía de National Archives and Records Administration.

“Había guardianes con armas para que no nos escapáramos. No podíamos hablar mucho. Si hablábamos y nos veían, nos golpeaban. Solo teníamos que trabajar”

Joseph Stanley
Superviviente del Holocausto.

Con la prolongación de la Segunda Guerra Mundial y el retroceso del ejército alemán en el frente, la SS decidió, sin embargo, obtener un mayor beneficio de estos “recursos” con el fin de impulsar la máquina de guerra alemana.

Así, comenzó a “alquilar” a las personas recluidas en Auschwitz como mano de obra barata para empresas privadas que, a cambio de su explotación, pagaban una cantidad simbólica al estado nazi.

Durante estas extenuantes jornadas laborales, en las que los presos eran constantemente atacados con golpes y gritos, la muerte por agotamiento y accidente laboral eran habituales.